Tanta naturaleza abre el apetito, así que cojemos el coche y nos dirigimos a ver otra maravilla. Un pueblito llamado Niágara-on-the-Lake, que se encuentra a unos veinte o treinta minutos.
El pueblo en si, fue poblado por refugiados de la Revolución Americana hacia finales del siglo XVIII. Estos refugiados y leales a la Corona Inglesa desarrollaron el pueblo con un estilo inglés que prevalece hasta hoy día.
También fue la primera capital de la provincia de Ontario y fue sede de las tropas inglesas a principios del siglo XIX.
Es un pueblito bellísimo, con un sabor muy inglés canadiense. Es muy agradable caminar por las calles principales del pueblo y sus parques. Es muy romántico y sus calles principales como Queen St. y King St. están llenas de tiendas, restaurantes y teatros y sobre todo, flores....muuuuchas flores, en farolas, en parterres, en macetones. Precioso.
Y que mejor regalo para los sentidos, sobre todo vista y gusto, que un picnic a orillas del lago Ontario.¡todo un placer!
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