No se si será la edad, pero de unos años a esta parte, en ésta época, como si hubiera entrado en una invisible máquina del tiempo, vuelven a mi, los recuerdos de mi niñez con sus colores, música y olores que la nostalgia trasforma mágicamente, olvidando los malos ratos y modelando los buenos a nuestra entera disposición. Es esta memoria infiel que nos engaña en el transcurso de nuestra vida, alguna que otra vez, a la cual perdonamos con agrado.
La dedicatoria del libro que estoy leyendo ahora, nos viene al pelo para esto, dice:
LA MÉMOIRE NE NOUS SERVIRAIT À RIEN SI ELLE FUT RIGOUREUSEMENT FIDÈLE. Lo que quiere decir es que la memoria no nos serviría de nada si fuera rigurosamente fiel. Totalmente de acuerdo.
Es por eso que ella misma, en su deseo de que las cosas hubieran sido de determinada manera, nos es infiel sin intención, aunque a sabiendas que nosotros lo aceptaremos gustosamente. Por ello, cuando salgo en esta epoca de mi particular máquina del tiempo, sólo recuerdo mis tardes sin colegio, sin preocupaciones, sin obligaciones, aunque los deberes que nos ponían me amargaban alguna que otra tarde, si bien es verdad, que la mayoria de las veces se quedaban para el último día.
Recuerdo los olores de esos días de mi casa, olia diferente del resto del año, a calor de hogar, a comida, a tiempo libre que aprovechabamos para mirar como mamá hacía rosquillas y nosotras le ayudábamos. Recuerdo tardes delante de la televisión, viendo peliculas de navidad y escogiendo juguetes para pedir a los reyes, de los cuales nunca nos traían nada, pero enseguida quedaba olvidado al ver que los zapatos estaban bastante llenos.
Recuerdo el día que poniamos el belen con mamá y los chicos, con los villancicos de fondo y el olor a musgo unos años fresco, otros era el olor del musgo guardado del año anterior. Y saliamos a merendar a casa de las tías y a ver los puestos de navidad y las luces de los árboles y los escaparates y el día 22, recuerdo la radio o la televión puesta desde las 8 de la mañana para escuchar y soñar durante unas horas... ¡¡Bendita memoria infiel!!
Ahora aunque tengo ya unos añitos, me sigue gustando escuchar a los niños cantando los números, aunque sean euros en vez de pesetas y no suene tambien, me sigue gustando soñar durante unas horas oyéndolos, sólo que ahora soy yo la que estoy haciendo las rosquillas mientras escucho el sorteo atentamente, y nadie me ayuda, pero pongo mucha atención mientras sueño a quien ayudaría si saliera mi número.
Me gusta sentarme delante de la televisión, pero no escojo juguetes para pedir a los reyes, me transformo en rey apuntando ideas para regalar, soñando como cuando era una niña, mirando los nuevos juguetes, recordando cuanto disfrutaban ellos...¡me lo pido! era su grito de guerra en esos días. También me gusta ver mis películas de navidad que veo todos los años: ¡¡Que bello es vivir!! es mi favorita....pero nunca la termino..., me quedo dormida siempre.
En cuanto al belén, hace años que dejé de ponerlo, mis creencias han cambiado y no seria justo ni para mi memoria infiel ni para mi fidelidad con mis principios, asi que adorno la casa, pongo el árbol, que este año decoré con las bolas que yo misma he ido realizando durante todo el año y salgo a ver las luces y escaparates iluminados, disfruto de salidas sorpresa que me "regala" mi gente, con conciertos de música incluídos. Me encanta mandar christmas y recibirlos, algunos hasta vienen con un maravilloso cuento de navidad, dentro.
Las tardes cosiendo, haciendo mis manualidades que este año me ha dado por forrar bufandas y libros, unas con borreguito calentito dentro y los libros para disfrutarlos ademas del interior también por fuera, se me pasan divinamente en mi sofá, con mi perro y mi gata. Algunas tardes compartimos chocolate calentito con los chicos y sus hijos "peludos": Piña, Peka y Duna, que se acercan a vernos...Ahora disfruto tranquilamente la navidad.
Durante algunos años pasé maravillosas navidades con la familia; éramos muchos...hijos, sobrinos, hermanos, tías...y yo disfrutaba poniendo corazón y casa patas arriba para que nos sintieramos todos felices. Recuerdo esos días de muchas risas, muchas prisas, mucho jaleo y mucho trabajo...tanto, que al finalizar las navidades, quedaba exhausta física y mentalmente. Al acabar las fiestas la balanza casi se inclinaba mas del lado opuesto al disfrute. Ahora tanto mi mente y mi cuerpo, asi como mi corazón, necesitan mas tranquilidad, las prisas no se llevan bien con la edad, y tengo que rebobinar mi mente alguna que otra vez, para entender esta pelicula de vida y volver las páginas de libro familiar, para recordar algún que otro personaje y su papel en este o aquel acontecimiento.
He echado el freno a sentires y compromisos, poniendo la palanca de la realidad y la sinceridad a cero.
Y la vida sigue..
Las tías ya no están, mis hermanos tienen ahora sus familias y algunos hasta nietos, a ellos les corresponde poner corazón y casa patas arriba con los suyos, los sobrinos con sus parejas y vástagos tienen a su vez, otras familias, al mismo tiempo que tomar el relevo de organizar las celebraciones.
Yo hoy por hoy, me sigo reuniendo con amigos, divinas reuniones de ponerse al día de varios meses,o intensas llamadas de telefono con los que no nos podemos dar el abrazo personalmente, tambien disfruto de algunos miembros de mi familia por una vía o por otra, sigo reuniendo a mis hijos, poniendo mi casa de centro de reunión y mi corazon al descubierto para recibirlos, pero sin prisas, sin compromisos, sin agobios, con tranquilidad y cariño. Sigo disfrutando de la navidad, aunque voy notando con los años ciertos posos, algunos de nostalgia de las risas e inocencia de los niños y otros de tristeza por las pérdidas, de los que por una u otra razòn no pueden estar conmigo esos días, pero no les dejo que se asienten, asi que, abro el libro, remuevo el café y me trago mis posos rapidamente mientras echo mano de mi memoria infiel.
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