Ya bien entrados en este otoño extraño, por seco y soleado, deseado por muchos y odiado por otros tantos, este otoño mentiroso, que nos engaña descaradamente, con ese sol, ya avejentado y esa temperatura maléfica que envuelve, contamina y enferma, este mismo otoño que nos enamora con sus tonos amarillo-verdoso, o pardo-rojizo, según la luz del atardecer, que a mi particularmente, me calma el alma, tan alborotada y enloquecida del verano.
Adelante, ya casi a las puertas del invierno, este otoño maravilloso, que me coloca las neuronas y hace que bailen, rian y canten liberadas ya de las ataduras a las que últimamente han estado sometidas durante horas, días y semanas.
En este otoño, que ha conseguido que silencie nudos y bloquee tensiones y obligaciones hasta conseguir escuchar, en un susurro, por los rincones mas profundos, los latidos de mis más íntimos sentires.
En este momento otoñal, volvemos a ponernos las pilas, sin egos que nos sobrevaloren y sin depresiones que nos minimicen, sin confundir la necesidad con la posibilidad, tomando la temperatura exacta de nuestro momento y la presión aproximada de nuestra voluntad.
Aquí estamos; cada día hay mucho por absorber, por disfrutar, por alcanzar..todo depende de la actitud mental de cada uno, que no deja de ser, el barómetro personal, que nos indica nuestro fracaso o nuestros logros.
Aquí estamos, otra vez, conscientes de que somos capaces de despertar sueños, multiplicar sonrisas y abrazar sentimientos.
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