Ayer, con la navidad en puertas, y homenajes en todas las esquinas, el club de los miércoles, celebró en una comida, que estamos aquí, contentas con nuestra vida, y dispuestas a disfrutar de ella y con ella, felicitamos a la "violinista" por conseguirlo un año más, y con el brindis nos reafirmamos en nuestra amistad, sellada con el tiempo y llegadas a la conclusión de que tenemos una edad maravillosa, una edad, en la que dejas de ser visible para muchos, pero entras en esa invisibilidad en la que sin dejar de ir, estas de vuelta.
Una edad, en la que yendo, las ves venir.
Una edad, en la que ya no tragas, sino que paladeas y las mas veces, saboreas.
Una edad, en la que ya no jadeas, sino que respiras y las mas veces, acompasadamente.
Una edad, en la que sonríes por fuera y por dentro al mismo tiempo.
Una edad en la que escuchas, además de oir.
Una edad, en la que tu ilusión, es ilusionar.
Una edad, en la que el disfrute, por todo y para todo, es nuestro alimento principal y diario.
Un edad, en la que la inamovible escala de valores de la juventud, fluctúa constantemente, según va apareciendo el otoño en nuestras mentes.
Una edad, en la que subes al "trastero" de vez en cuando, pero sólo abres las cajas que te aportan sonrisas en el alma y nostalgias en la piel.
Una edad, en la que a punta de experiencia puedes otear todo el horizonte, en el que , ni el negro, es tan negro, ni el blanco es tan blanco.
Una edad, en la que descubres el gris.
Y precisamente en esos grises de la vida, encontramos el placer de la convivencia y el valor por el respeto, tanto por uno mismo, como por los demás.
¡Felicidades!
Me encanta leerte, aunque a veces se me hace un nudo en la garganta, es de felicidad. LOLILLO
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