RELATO DE LA MUJER MAS FELIZ DEL MUNDO

No os lo vais a creer, pero Pitufa, está aquí a mi lado. Duerme tranquila, ronroneando en su cesta. De vez en cuando me mira, con su ojito bueno y parece que me observa y piensa: "¡ Ay amita! ¡que mal lo hemos pasado las dos!".

Mi hermana siempre me dice que he nacido con una flor en el culo, yo le digo siempre que con una flor no, que con un ramo y mi sobrina Noemi me ha dicho hoy, que lo mío no tiene nombre.

Mi hermana también dice que ha sido San Antón, mi amiga Nines, que la virgen del Rocio, mi hermana Pili, que es un milagro por las velas que encendió a sus santos, y mi querido amigo "Manolo", a sus cándidos y largos rezos de todas las noches en los que estos últimos ocho días, incluía "a la gata de pepa".

Estos días, muchas personas sé que no han dormido pensando en Pitufa, que han llorado pensando en Pitufa, que han soñado que aparecía Pitufa, que han buscado por todo el barrio a Pitufa.... que nos han tenido en el pensamiento, a cada momento, a mi y a Pitufa. En especial mi hija Lucía, compañera de llantos, salidas nocturnas, pegadas de carteles y paseos calle arriba y abajo, gritando su nombre por las esquinas. Las dos sabemos como hemos vivido estos días y estas noches.

Hoy, esas mismas personas han vuelto a llorar, pero de alegría, pensando en Pitufa, han vuelto a dormir, pero soñando que Pitufa está en su casa, en su cesta, han vuelto a pensar en mi y en nuestro encuentro con Pitufa.

Rhut, una niña de unos 12 años, mas o menos, una alumna del colegio Santamarca , la vio en la calle, hoy, lejos de casa. Le llamó la atención y le dolió en el alma, que una "señora", mejor dicho, un ser despreciable, la golpeara con el pie, y la recogió. La metió en una caja mientras observaba que un ojito lo tenía enfermo, ciego. Y recordó de pronto, que en el parque, había visto un cartel con una gata que buscaban con un ojito ciego, su foto y un teléfono.

Sin pensárselo dos veces, se encaminó al parque con la gata en la caja y cuando comprobó por la foto y la descripción, que podía ser la gata que andabamos buscando, la que lloraba tanta gente por las esquinas, decidió llamar al teléfono que habíamos puesto en el cartel.
No tenía móvil, pensó en ir a un locutorio, cuando apareció una "señora"; un ser humano con corazón, que le prestó su móvil, no dudando de que Ruht, había encontrado a Pitufa.
Y me llamarón:
- ¿Oiga? Mire, que aquí hay una niña, que tiene una gata en una caja que yo creo que es la suya, porque tiene también un ojito malo, y es gris como la de la foto. Se la paso.

Desde esa llamada hasta tenerla entre mis brazos, no recuerdo nada, solo sé que corría y lloraba gritando su nombre cuando la ví. Ahora la miro, aquí, a mi lado, en su cesta y pienso que sólo ella sabe, donde habrá pasado estos ocho días. Ocho días de lluvia y frío, de hambre y sed, ocho largos días con sus ocho largas noches que se quedarán en su memoria para siempre.
Yo, sólo lo he imaginado, ella, lo ha vivido.

Hoy, muchas personas son, un poco mas felices, por Pitufa y porque todavía en este mundo, queda buena gente como Ruht y la amable señora. Yo no tengo palabras, sólo agradecimientos para todos los que me han ayudado, llamado, interesado y cooperado; a los que tienen fe en sus santos, y por supuesto a sus santos, a mi bueniiiisima suerte, a mi gente, y en especial a Rhut y a esta "señora". Gracias. Un millón de gracias.
Yo, hoy, soy la mujer más feliz del mundo.