martes, 5 de octubre de 2010

NUESTRAS PATATAS EN BLANQUILLO. DEDICADAS.




Esta receta-relato, va dedicada a mis hermanas, en especial a la que me la ha pedido y según palabras textuales "mataría por ellas".
En recuerdo de aquellos días, ya muy lejanos, que ahora, desde la distancia, añoro, disfruto y recuerdo con mucho cariño.

En esas comidas, en que la risa nos ahogaba por no poder expresarla a carcajadas..., esas patadas por debajo de la mesa, con cariño, claro, a mamá para que sólo manchara el plato con las dichosas patatas en blanquillo..., esas miradas de reojo a la muchacha, para que se llevara pronto la cacerola..., esos paseos furtivos a la cocina con el plato escondido, cuando papá no miraba, por lo menos yo si lo hacía, a echarme mantequilla y leche y que eso supiera a algo mas que a caldo de enfermo..., y alguna que otra vez, esos finales de comida, con la cabeza agachada y comiendo sin respirar las dichosas patatas en blanquillo mezcladas con lágrimas..., pues, en recuerdo de esos días, pongo en marcha el carrusel de la memoria, y veo su silueta reflejada en mi mente preparando la comida, mientras nosotras jugamos a esconder el trapo: "frío, frío, como el agua del río, caliente, caliente como el agua de la fuente...."

Los ingredientes eran muy básicos y creo haber leído en alguna parte, años después de estas vivencias, que esta comida se la daban a los enfermos, porque era muy fácil de digerir y aliviaba el estomago delicado. A mi, particularmente, me lo ponía de punta, es hoy en día, y sigo acordándome de su sabor y sigue sin agradarme en absoluto, claro que como adulta que soy, hoy en día, me las comería sin rechistar, sin mantequilla ni leche, pero eso si, yo si mataría por volver a tener una comida como aquellas, con risas, con miradas furtivas, con complicidad.....aunque fuera con patatas en blanquillo.

Ingredientes
Dos o tres patatas grandes, según comensales, hambre y apetencia del dichoso plato.
Una hoja de laurel.
Una cebolla, partida por la mitad.
Un chorreton de aceite, agua y sal.

Pelas las patatas y las cortas en trozos, le echas los casquetes de cebolla,la hoja de laurel, la sal y el agua, que no las cubra del todo, y el aceite, un buen chorro. Y bien en la olla expres, o bien en olla normal, mas o menos ya sabéis lo que se tardan en cocer unas patatas. Yo en la olla, cuando cuezo patatas, las pongo 15 minutos, me gustan casi desechitas, pero eso va a gusto del consumidor.

Buen provecho Chipi, ten cuidado, que la nostalgia no siempre es buena, y te las puedes comer con lágrimas, como nos tocaba algunas veces, pero recuerdalas con nostalgia cariñosa, acuerdate de las risas, saborealas, cierra los ojos y por un momento, saca a ese Peter Pan que todos llevamos dentro y disfrútalas como si aun fueras niña.

Espero que te salgan bien o parecidas, sino, echame la culpa a mi, porque aunque creo recordar todos los ingredientes y su elaboración paso a paso, puede que inconscientemente haya olvidado algo, que no su sabor, pero eso, hermana, no puedo transmitírtelo, y si alguna de nosotras, se acuerda de algún ingrediente que he omitido, que lo añada al comentario o que se ponga en contacto con la que "mata" por ellas, yo, las sigo odiando.

2 comentarios:

  1. Claro que me acuerdo de aquellas risas contenidas que casi siempre terminaban en llanto por que molestabamos con nuestro jiji y como yo era la que estaba sentada a la derecha de papa, me llevaba la peor parte de la regañina. Yo también las odiaba, pero ahora....
    Por cierto si te falta un ingrediente, !meluza!,por que era un plato de regimen, pero yo no me referia a esas patatas, eran otras, como amarillas y creo que llevaban azafrán y bacalao. De todas las maneras, GRACIAS por traerme tantos recuerdos, que me saben mejor que la receta. Mil besos

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  2. hagobrochestodoelratojueves, octubre 21, 2010

    Querida chipi, ahora lo comprendo todo. Las patatas por las que matarías, esas como amarillas y con bacalao, eran "patatas con bacalao" tal cual, y están de muerte, cuando quieras te doy la receta, pero las verdaderas patatas en blanquillo eran odiosas...todavia hoy hemos hablado de ellas Isa y yo y nos reiamos por no llorar, al recordar su sabor. Siguen sin gustarnos a ninguna de las dos.

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